El suelo de cualquier establecimiento, además de cumplir con las expectativas estéticas y funcionales, también debe de seguir con ciertas especificaciones, dependiendo de su uso y el lugar donde será colocado.
En España, el CTE (Código Normativo de la Edificación) se encarga de establecer las exigencias que deben cumplir los edificios con respecto a los requisitos básicos de habitabilidad y seguridad, establecidos por la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE).
El concepto de resbaladicidad o resistencia al deslizamiento fue incluido por el CTE en el año 2006. Para aquel entontes, se trataba de tan solo una recomendación. A causa de la problemática social y económica que ésta generaba, se incluyó al antiguo DB-SU, que hoy en día es el DB-SUA (Documento básico de Seguridad de Utilización y Accesibilidad).
De esta manera, en el CTE-DB-SUA se decreta que “se limitará el riesgo de que los usuarios experimenten caídas, por lo que los suelos serán apropiados para favorecer que las personas no resbalen, tropiecen o se impida su movilidad. Asimismo, se limitará el riesgo de caídas en huecos, así como escaleras y rampas, facilitándose a su vez la limpieza de los acristalamientos exteriores en condiciones de seguridad”
Este requisito tiene como principal enfoque reducir al máximo el riesgo de que los usuarios atraviesen algún daño por el uso de edificaciones que no cuenten con las exigencias establecidas para su construcción, mantenimiento y uso. Por otra parte, también cuenta con el requisito de favorecer el acceso no discriminatorio a las personas con discapacidad.
Esta normativa se exige para los suelos de las edificaciones de uso docente, sanitario, administrativo, comercial, así como aparcamientos y zonas públicas en donde las personas concurren. No obstante, para las viviendas privadas de uso residencial, no es obligatoria esa ley.
Tipos de suelos, según el resbalamiento
Cada material dispone de diferentes características físico – mecánicas, las cuales son las encargadas de conferir la resistencia al deslizamiento según su composición. Con el fin de conocer si un suelo es adecuado o no según el resbalamiento, es importante saber el valor de Rd (Resistencia al deslizamiento).
De esta forma, se establecen los tipos de suelos según su resistencia al deslizamiento y su localización. ¿Quieres conocerlos? A continuación, te explicamos los diferentes tipos de suelos que podrás encontrar.
Clase 0
Su resistencia al deslizamiento es menor o igual a 15. Por lo tanto, es muy bajo y no se recomienda para lugares húmedos donde puedan existir agentes que reduzcan la resistencia al deslizamiento. El acabado superficial es pulido.
Clase 1
La clase 1 posee una resistencia al deslizamiento (Rd) entre 15 y 35. Su uso es permitido en zonas interiores secas, además de aquellas superficies que tengan una pendiente menor que al 6 %. El acabado superficial es pulido.
Clase 2
Su resistencia al deslizamiento es entre 35 y 45. En zonas interiores secas, su uso es permitido para superficies con pendiente igual o mayor que el 6 %, así como escaleras. Para zonas interiores húmedas, su uso es exigible para las superficies con una pendiente menor que el 6% y también para escaleras. El acabado superficial puede ser al corte de disco, apomazado o envejecido.
Clase 3
La clase 3 dispone de una resistencia al deslizamiento mayor de 45. En zonas interiores húmedas, su uso es ideal para superficies con pendiente igual o mayor que el 6 %, además de para escaleras. El acabado superficial puede ser al corte de sierra, arenado, granallado, cizallado, flameado o abujardado.
Por otra parte, gracias a la pintura antideslizante para suelos podemos evitar posibles deslizamientos. Además, este tipo de pinturas están pensadas para suelos de madera, hormigón o piedra, entre otros, donde hay mucho tránsito, ya sea en espacios de interior o exterior.
¿Cómo obtener la Rd de un suelo?
La Rd de un suelo se obtiene a través de la realización del ensayo del péndulo referido en el Anejo A de la normativa UNE-ENV 12633:2003, utilizando la escala C en probetas sin desgaste acelerado.
Este ensayo trata sobre la pérdida de energía de un péndulo normalizado, dotado en su extremo interior por una zapata de goma. Posteriormente, se deja caer desde una posición horizontal, con el fin de que la zapata roce con una presión determinada sobre la superficie a ensayar y dentro del recorrido previamente establecido.
El punto es que la pérdida de energía se calcule en relación al ángulo de oscilación del péndulo sobre una escala de valores adimensionales.
En definitiva, es importante conocer los diferentes tipos de suelos, así como las variedades de pintura antideslizante que nos podemos encontrar para poder evitar deslizamientos y, por tanto, caídas y otros problemas graves para nuestra salud.